
El 16 de Febrero del presente año marcará un antes y un después en la historia política dominicana, una fecha que pasará a la historia como la mas bochornosa de la llamada era democrática de nuestro país, y que se convirtió en un punto de referencia con respecto al trato brindado a nuestras instituciones por parte de la ciudadanía.
Ese fue el día en que debieron haberse celebrado la primera etapa de las elecciones generales de la República en su nivel municipal, estrenando ya de manera oficial el voto electrónico, un sistema que desde Octubre de 2019 había sido sindicado de no ser confiable y presentar fallos, y a pesar de los reclamos, tanto del sector político, como de la sociedad civil e incluso de organismos multilaterales (léase, la Organización de Estados Americanos), se siguió adelante con el montaje de los comicios.
Desde las primeras horas de la mañana, comenzaron las denuncias de fallos en las máquinas de votación en cerca del 90% de las mesas instaladas por todo el país, y ya para las 11 de la mañana, cuando era más que evidente que el proceso iba a crear mayor disgusto, y por presiones de los partidos de la oposición y la sociedad civil, el pleno de la Junta Central Electoral, responsable directa de este proceso, decidió la suspensión del mismo, lo que despertó la ira de numerosos votantes que desde el anuncio comenzaron a realizar actos de vandalismo. Un hecho inconcebible, cuyo antecedente mas próximo habían sido las fracasadas elecciones de 1904 durante el gobierno provisorio de Carlos Morales Languasco – que después de montadas y planeadas no pudieron llevarse a cabo por cuestiones de rivalidad política – se había dado en la República Dominicana, y desde el principio comenzaron tanto las exigencias de una investigación imparcial como de la renuncia de la JCE por desconfianza, y desde el primero momento, algunos personajes ligados a partidos políticos comenzaron a llamar a manifestaciones contra el ente comicial y también contra el oficialismo, a quien se le acusó de haber propiciado un intento de fraude electoral.
Pocos días después comenzaron las manifestaciones y sus integrantes empezaron a utilizar prendas de color negro como símbolo de luto por la “muerte de la democracia” , primero en la capital, en la Plaza de la Bandera y al frente de la sede central de la JCE, donde al comienzo se dieron incidentes confusos y se vio el talante autoritario de la institución y luego en todo el país, exigiendo más que nada la renuncia de toda la directiva del ente comicial, una investigación independiente de lo sucedido, y la reposición del sistema de voto manual, así como de los recursos económicos utilizados en ese proceso fallido. Durante todas estas manifestaciones, todas ellas de carácter ciudadano, se reportaron incidentes de represión por parte de organismos de seguridad, así como atropellos por parte de policías a manifestantes e incluso, “comunicadores” incitando a humillar y reprimir a quienes se manifestaran contra la JCE, aduciendo que esto era un complot organizado por la oposición política (que intentó desmarcarse de estas concentraciones) e incluso llegaron a sonar teorías conspirativas que no tenían bases de ninguna índole.
Al final, las manifestaciones comenzaron a desinflarse luego del 27 de Febrero, fecha de la Independencia Nacional, tras una multitudinaria manifestación en el epicentro de las protestas pacíficas, y donde participaron artistas nacionales y representantes de la sociedad civil, tras lo cual, los ciudadanos fueron dejando de asistir a las concentraciones, y finalmente, se acordó nuevas celebrar elecciones municipales el 15 de Marzo, ganadas ampliamente por la oposición.
Luego de todo este recuento, quedaron muchas preguntas, pero he tomado las más trascendentes para luego buscarles una respuesta apegada a los hechos:
¿Tenían estas manifestaciones un fin político? Si, lo tenían. A pesar de que la participación de las organizaciones partidistas fue muy pequeña – solo se circunscribió a grupúsculos como “Bien Común” y “El País que Queremos”, por demás insignificantes en la vida nacional – , las concentraciones contaron con la participación de sectores profesionales y algunos integrantes de los sectores más humildes, quienes por lo general no militan en partidos políticos y rara vez acuden a votar. Pero si había una finalidad de carácter político institucional, cuyas demandas originarias se cumplieron de forma lenta y solo en casos urgentes.
¿Cúal fue el papel del gobierno dominicano en todo este proceso? En buena medida, el gobierno dominicano jugó un papel que pudiéramos considerar “tras bambalinas”, al defender a la JCE mediante sus candidatos y algunos funcionarios, y por supuesto, procurando tildar estas concentraciones de “desestabilizadoras” y financiadas por ONG’s, sin siquiera presentar pruebas. También cabe destacar que facilitaron mucho la labor represiva contra algunos manifestantes, así como tácticas disuasorias y de fuerza contra este tipo de eventos.
¿Fue esta concentración el principio de un nuevo movimiento ciudadano, o fue meramente una manifestación de disgusto ciudadano en medio de una coyuntura?
La respuesta a esta última interrogante deberá ser respondida por el juicio de la Historia, pero analizando los antecedentes de nuestra ciudadanía, podemos concluir que no hubo detrás de todo esto la intención de crear una organización alternativas, con programas y planes concretos en ningún plazo, fue simplemente una manifestación de ciudadanos conscientes que captó mucha atención – nacional e internacional -, y que puede servir como termómetro al próximo gobierno dominicano respecto a lo que tiene que hacer a la hora de aplicar políticas que puedan beneficiar o perjudicar a todos los sectores de la vida nacional.
En todo caso, no puede negarse que las concentraciones y cacerolazos de las “franelas negras” marca un hito en la historia contemporánea de la Rep. Dominicana, y ciertamente, puede ser un ejemplo de como los ciudadanos están adquiriendo y mejorando la conciencia cívica, una que inevitablemente deberá llevar a los dominicanos a transitar por la senda que conduce al Desarrollo, la Prosperidad, y la Libertad.
Dejar una contestacion