LA CULTURA DE LA CANCELACIÓN: UN ATAQUE A LA LIBERTAD.


En los últimos tiempos se ha recrudecido la batalla – o guerra – cultural entre diversos sectores con ideas encontradas y contradictorias, más concretamente, entre los sectores más progresistas y los más conservadores, en los cuales muchos libertarios y simpatizantes con el libertarismo se han visto involucrados en todos los ámbitos de la comunicación y la cultura.

Las redes sociales, otrora lugares donde la gente solía compartir y debatir en el marco del respeto y la cordialidad, hoy se han convertido en campos de batalla donde incluso amistades se rompen por diferencias ideológicas irreconciliables, y en donde también se ha dado un fenómeno que también se ha extrapolado al mundo real: la llamada cultura de la cancelación.

El término fue acuñado y a la vez denunciado por algunos intelectuales y escritores de mentalidad izquierdista, como lo son Noam Chomsky J.K. Rowlings (la creadora de los cuentos de Harry Potter), para referirse a la práctica de retirar toda suerte de apoyo, indistintamente de que sea moral o financiero, a individuos u organizaciones por compartir lo que sea considerado como “opiniones impopulares en las redes sociales” y otros medios de difusión. A pesar de que este fenómeno ha desatado controversias , esencialmente en el mundo anglosajón, no menos cierto es que dicho fenómeno existe en muchos países bajo diversas modalidades, siendo quizas las mas comunes la censura y el despido por cuestiones privadas.

Si bien es cierto que el fenómeno de la cultura de la cancelación pareciera ser algo poco común en América Latina, la realidad del asunto indica todo lo contrario, y más en estos tiempos donde las redes sociales, como expuse anteriormente, se han convertido en campos de batalla ideológica y donde incluso los organismos de seguridad están al pendiente de todo lo que publican los ciudadanos. Ejemplos clásicos de esto los podemos encontrar en Venezuela, donde los centros de inteligencia se vanaglorian de la manera más descarada por encerrar disidentes por sus estados de WhatsApp, o en Argentina, donde medios son hasta eliminados por no cumplir con las exigencias de ciertas leyes que son irracionales. Se trata, en términos simples, de amedrentar a quienes piensan distinto por ese mero hecho, y rechazar cualquier diálogo o debate solo porque si, postura que de por entraña y exhibe una raíz liberticida y francamente autoritaria, negadora del disenso y la razón, y que encuentra cada vez mayor cabida en la política.

Lo indubitable de este fenómeno es la peligrosidad del mismo y el riesgo que corren tanto el acceso al conocimiento como la propia libertad de expresión si este se sigue expandiendo, pues estos son pilares esenciales de la cultura occidental, principios y valores fundamentales que corren el riesgo de desaparecer por causa de esta deriva autoritaria que cada día se afianza en desmedro de los avances de la humanidad.

Sin embargo, existe una forma de contrarrestar esa deriva, y es con mayor defensa de la libertad, llevando la contraria a los dictámenes de la corrección política y ejerciendo los derechos que son inherentes a nuestra humanidad, resistiendo así todo atentado contra nuestra legítima capacidad para expresarnos y pensar por nuestra propia voluntad.

Esa es la tarea que tenemos por delante, en aras de conseguir un mundo mejor, próspero y verdaderamente Libre.

 


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