
Algunos residentes del proyecto habitacional «La Nueva Barquita» han expresado quejas de recibir pocos ingresos, plantel deteriorado y que no pueden llevar sus enseres. Lo más insólito de todas las quejas es que ellos se sienten viviendo peor que a la orilla del río. El Padre Alegría, presidente del patronato que vela por este proyecto, aclara que solo el 20% de los que residen pagan la cuota de mantenimiento y que para llevar los distintos enseres se tiene un protocolo. La realidad de este cuadro es que estas personas pretenden continuar su estilo de vida de la orilla del río en estos apartamentos y se suponía que ellos mismos al tener estas nuevas facilidades las tenían que cuidar en lugar de esperar a que el gobierno los mantuviera como príncipes.
Las políticas públicas para reducir la pobreza deben dejar de ser «regalar pescado» y pasar a enseñar a pescar. Que cada quién pesque lo que desee pescar, con la herramienta que considere mejor y pueda vivir de eso y beneficiar a otros en total libertad.
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