
La mañana del 07 de Julio del presente año, el mundo se despertó con la noticia de que Jovenel Moise, presidente de Haití, fue asesinado a tiros en su propia casa en medio de circunstancias que aún se desconocen, pero que ha dado pie a un sinnúmero de especulaciones y hasta teorías conspirativas.
Con este magnicidio se escribe un nuevo capítulo en la ya de por sí trágica y caótica historia haitiana, donde sin embargo, no es la primera vez que sucede este tipo de acontecimientos; el primer magnicidio registrado en Haití se dio en 1807 y del cual fue víctima el propio fundador de la primera república negra del mundo, Jean Jacques Dessalines, quien tras proclamarse Emperador y posteriormente ser traicionado por algunos de sus lugartenientes, fue asesinado, su cadáver arrojado a un camino solo con un camisón puesto, y enterrado eventualmente por un loco. Poco mas de 100 años después, una turba asesinaba al presidente Jean Guillaume Sam mientras buscaba asilo en una embajada, hecho que propició la intervención estadounidense en 1915, y que duró bajo diversos gobiernos colaboracionistas hasta 1934. Luego de este magnicidio, la situación en Haití volvió a sus cauces de mediana estabilidad, y de resto, lo que ha ocurrido en el vecino país es ya conocido por todos.
En 2017 asume la presidencia de Haití el empresario Jovenel Moise, quien había sido electo en un certamen organizado por un gobierno provisional de carácter legítimo, y de inmediato, en medio de numerosas vicisitudes, procuró un plan de gobierno que ayudara no solo a la estabilización del país más pobre de América, sino también a su desarrollo, a pesar de que algunas de sus medidas -como la restauración del Ejército- resultaron ser bastante controversiales. Pero ya desde 2019 comenzaban a fraguarse las intenciones de la oposición de izquierdas al gobierno, quienes ya a principios de 2021 intentaron una suerte de golpe de Estado aduciendo que el mandato de Moise expiraba ese año por la Constitución, y designando al presidente del Poder Judicial como mandatario interino, cosa que fue rechazada por las instituciones, el Ejército y hasta la Policía Nacional Haitiana, quienes procedieron a desmantelar el golpe aún antes que se diera. Sin embargo, ante la situación y durante los meses previos a su muerte, el anterior presidente estuvo advirtiendo al mundo lo que podría suceder, hasta que el inevitable final llegó de forma sangrienta.
A estas horas todavía no se conocen los detalles certeros en torno a la muerte del exmandatario haitiano, a pesar de lo cual han abundado las teorías conspirativas y las acusaciones, mientras se trata de investigar un asunto que repercute de manera negativa en la región.
¿Cuál será el futuro de Haití?
Por lo pronto, se ha constituido un nuevo gobierno designado por el Senado, aunque ello no quita la percepción de que toda la crisis política en el país caribeño devino en una muerte innecesaria, oscura pero muy ilustrativa sobre la realidad de un país caótico, el cual necesitará, en los próximo años, de una gestión que garantice no solo el desarrollo, sino la estabilidad y también, la Libertad de todos los que lo habitan.
Sólo el tiempo nos dirá sobre la suerte de Haití.
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