Los desmanes del PRM: Crónica de una gestión fallida en sus inicios.


Cuanto mayor es el poder, más peligroso es el abuso”. Esta frase, acuñada por el filósofo británico Edmund Burke, aplicaría perfectamente bien a los acontecimientos más recientes en los que se ha visto envuelto el Partido Revolucionario “Moderno”, y que sirven para medir y calibrar tanto la calidad moral de dicha organización como para determinar sus posibilidades de ejercer una gobernanza acorde a los mejores intereses de la sociedad dominicana.

Es una certeza que desde que asumieron el mando de la mayoría de las alcaldías dominicanas el 24 de Abril, algunas de las autoridades municipales han exhibido una serie de comportamientos y actitudes que dejan mucho que decir, y que al mismo tiempo desdicen de sus presuntos principios y supuestas buenas intenciones, acciones que a su vez dejan en entredicho tanto al partido político que sustentó sus aspiraciones, como al candidato presidencial de dicho ente partidario, quien se ha visto envuelto en escándalos innecesarios respecto al modo en como ha manejado la pandemia actual que nos agobia.

Esas acciones, desde las amenazas de despido por parte del flamante alcalde de Cotuí – quien presumiblemente fue expulsado de esa organización – pasando por las amenazas de muerte al nuevo alcalde de Santo Domingo Este por parte de un concejal de su propio partido, hasta las meteduras de pata del flamante alcalde de Puerto Plata y sus concejales (siendo la más reciente la tristemente célebre “Marcha del Peregrino”, que tendrá su propio artículo a la brevedad), han hecho una mella importante en el país, minando la ya de por si alicaída confianza que el PRM intentaba proyectar ante la sociedad civil, y elaborando una serie de cuestionamientos que chocan con las actitudes desganadas y peligrosamente autoritarias de un ente político en el cual las incoherencias, dicotomías y carencias éticas campean a sus anchas.

¿Por qué las autoridades electas por este partido han asumido semejante comportamiento dañino?

La respuesta a dicha interrogante tiene muchas aristas y un sinnúmero de explicaciones, pero en su síntesis más clara, las razones podemos explicarlas en la cultura política – o la falta de ella – existente en nuestro país, donde salvo honrosas y destacables excepciones, la mayoría de sus representantes son personas sin moral, costumbres ni provecho para el país; individuos sin educación incapaces de generar ideas y mucho menos tener motivaciones de ninguna índole, con unas ansias desmedidas de poder por el solo deseo de tener poder y ostentarlo, exhibiendo actitudes corrosivas en lugar de principios y virtudes que enaltecen el espíritu y dignifican al ser humano, comportándose de manera incivilizada (las bestias del África y del Amazonas resultan ser más amigables y educadas que la mayoría de los políticos criollos), lo que al final se traduce no solo en perjuicios para el sistema político, sino en vergüenza para la República Dominicana y su imagen ante el resto del mundo.

El escenario que acabo de describir es algo común en todos los partidos, pero pareciera que en el así llamado Partido Revolucionario “Moderno” estas acciones se reprodujeran de manera descontrolada y posiblemente con el beneplácito de las autoridades superiores de dicha organización, a quienes al parecer poco o nada les interesa cumplir con su discurso de “Cambio y nuevas formas de hacer política”, dedicándose más bien a señalar y buscar desprestigiar a sus contendores (así sean ciudadanos independientes) y procurar avanzar una agenda caracterizada por un inmediatismo autoritario y poco certero respecto a la realidad que vive nuestro país.

Muchos podrán argumentar que los errores de una organización política al ocupar cargos en los que nunca habían estado es algo normal y que el tiempo se encargará de refinarlo, y eso pudiera ser posible, salvo por el hecho de que el partido que se menciona en cuestión está compuesto de veteranos que han ocupado y siguen ocupando espacios y cuotas importantes en la vida política e institucional de nuestro país, y que en más de una oportunidad han demostrado ante la faz nacional y del mundo que son personas sin méritos e incapaces de ejercer sus funciones con el decoro que ameritan, situación realmente preocupante si tomamos en cuenta que aspiran a gobernar un país que necesita profundos cambios que le permitan insertarse mejor en el escenario mundial.

Lo cierto, lo indubitable, es que esta primera experiencia del PRM al mando de una fase muy importante de la institucionalidad dominicana, las alcaldías, ha sido una prueba que este partido está fallando, y que en los próximos años pueden determinar la manera en como los dominicanos tendremos que relacionarnos con las organizaciones políticas, una relación importante, sobre todo cuando se pretende llevar a nuestro país por las sendas de la Libertad y el Desarrollo-

 

 


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